Lectores de buen gusto

sábado, 26 de enero de 2013

Sentidos.

¿Nunca has sentido que perdías tu juventud? 
Hoy era el día para levantarse y comerse el mundo, sin tapujos ni tabúes. Siempre pensaba eso, todos los días creía que hoy era el día, pero ese día nunca llego. Estaba ahí, esperando muy de cerca la llamada, la alarma de emergencia que le indicaba que su vida se apagaba poco a poco, pero ese día no, ese día quería estar sola, le apetecía estar encerrada tras las persianas, tras la tenue luz de la ventana, ese día no era como los anteriores, tenía otro sabor, otro color, otro punto de vista... ¿Llegaría el día en que no quisiera estar sola? ¿Era su falta de entusiasmo o eran los demás los que la apartaban a la soledad? Se lo preguntaba una y otra vez pero estaba demasiado cansada para pensar en una respuesta, la vida pasaba y ella la malgastaba. 
La soledad era como una planta. Llorar era regarla, encerrarse era darle calor y evadirse era matarla. Como a ella, la soledad la mataba poco a poco, no tenía luz del sol con la que crecer.

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