Lectores de buen gusto

domingo, 15 de junio de 2014

Constantemente.

Las ganas no avisan cuando se están muriendo, ni cuando se te pudren dentro y se fosilizan. Ni siquiera cuando un día te levantas siendo las ruinas de los sueños que tenías. No avisan, porque eres tú quien las mata en un arrebato de vagancia suicida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario