Lectores de buen gusto

martes, 9 de septiembre de 2014

Una llamada a tiempo.

No te llamo para pedirte que vengas. Sabes que no rogaría algo ni aunque dependiese mi vida de ello. 
Te llamo para saber que tal estás, no mejor; te llamo para que sepas que tal estoy. Te llamo porque es impredecible saber cuando volverás a hacerlo tú. Te llamo para oír tú voz, y también para dejar de oír mis gritos.
Te llamo pero no acabo de saber para que lo hago. Te llamo para olvidar y también para recordar la ausencia, te llamo porque te echo de menos y para convencerme de que no quiero verte más. Pero a pesar de todo eso, te llamo. 
Te llamo porque te quiero, al menos como a un capricho; Como al capricho que hoy ya no duerme a mi lado y hace que olvide lo que es dormir por las noches.
Te llamo para que me des excusas, porque así por lo menos me sigues dando algo… y te llamo para decirte con voz rota y mucha rabia que podrá hacer tu vida un poco menos gris, pero nunca sabrá hacerte reir a cielo despejado.
Lo hago para hacerte llorar y hacerme sonreír; Para convencerte y convencerme de que serás un infeliz toda la vida, pero que eso no me hará más feliz a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario