Lectores de buen gusto

viernes, 17 de octubre de 2014

Soledad inundada de recuerdos.

A donde quiera que voy sólo veo recuerdos, he estado en momentos cruciales en los cuales la irrealidad se vuelve cierta, hasta que desaparece con el golpe en mis piernas propinado por un coche. Ya se hace de noche y aún no tengo mis respuestas es como tocar a puertas cerradas, es como hundirse en lo más profundo del mar e intentar gritar pero al final dejarse llevar.

Muchas veces sueño y recuerdo pero otras no, de lo poco que me acuerdo siempre veo mi cuerpo cayendo a un pozo, un pozo sin fondo, oscuro, donde por más que grite nadie me ayuda, nadie me salva. Algún día escucharé un “ven, no te vayas” lo más seguro es que pase por la calle y lo escuche de un joven enamorado diciéndole a su fiel amada porque se que esas cosas nunca pasarán en mi vida.

La soledad me está carcomiendo, mientras los recuerdos me van destruyendo. Lo que veo no me atrae, simplicidad de la vida, alma prisionera de la monotonía, lágrimas escondidas, risas perdidas y yo casi vencida.

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