Lectores de buen gusto

martes, 29 de enero de 2013

¿Será posible que de dos rocas brote una flor? A una de ellas el viento la arrastró y la otra se mantuvo firme erosionando el tallo de la flor que con el tiempo fue marchitándose hasta quedar sólo las espinas.
Tal vez porque nunca fue flor, tal vez porque era un cardo disfrazado de colores que el tiempo descubrió.
La naturaleza es tan extraña que lo puede lograr, deshojando cada pétalo hasta dejar sólo el cáliz, transformando cada espina y opacando los colores cuando la roca se seca.

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