Lectores de buen gusto

domingo, 21 de abril de 2013

Aprendizajes.


Que una enfermedad no te enseña a morir, te enseña a vivir, a amar la vida con todas tus ganas.
A mi su enfermedad me enseñó cuan simple eran algunas cosas y que yo no las podía ver, me enseñó que todo es sencillo que somos nosotros los que la complicamos.
Me enseñó que un abrazo dado un segundo fuera de tiempo se convierte en un abrazo que desearías haber dado, me enseñó que nadie elige cuando y como va a morir, que hay que aprovechar el hoy, el mañana no existe…

Su voz desgastada por tanto cigarrillo, su cabeza sin un solo cabello, su cuerpo cada día mas deteriorado y su ánimo tan cambiante, que un día podía levantarse y reír a carcajadas y otros días simplemente podía pronunciar -me estoy yendo- me destrozaba el corazón…

De su ánimo dependían las tardes de familia, si él estaba mal hasta el aire parecía cortarte la respiración, donde las miradas podían leerse a simple vista y no daban un buen panorama.
El cáncer le enseño a vivir, a que hay que ponerle una buena cara a la vida que sino se vuelve rutinaria, pero también el cáncer le dio sueños, sueños que nunca se van a cumplir… A mí, su enfermedad me dejó conocerlo, empece a reconocer otros ojos, que suplicaban amor, simplemente me enseñó que la vida en un segundo puede darte o quitarte todo de un golpazo, y que un día, te olvidas de, simplemente, respirar…

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